08 diciembre, 2013

Purísima había de ser, Señor.

Purísima había de ser, Señor, la Virgen
que nos diera el Cordero inocente
que quita el pecado del mundo.
Purísima la que entre todo el género humano, 
es abogada de gracia y santidad

Purísima había de ser, Señor, para mostrarnos cómo nos querías a nosotros. Purísima había de ser, Señor, para que fuese digna morada de Aquél que no cabiendo en todo el universo, se hizo hombre en sus entrañas. Purísima había de ser, Señor, la que entre todo el género humano es bienaventurada por todas las generaciones. Purísima había de ser, Señor, porque fue tu sueño. El sueño de todo hombre, de hacer a su madre, la más bella de entre todas las mujeres. Purísima había de ser, Señor, porque era el último regalo que nos ibas a hacer en tu vida mortal. Purisima había de ser, Señor, la que entre todo el género humano es medianera de todas las gracias y auxilio de todos los que la invocamos.

No me desampare tu amparo,
no me falte tu piedad,
no me olvide tu memoria.
Si tú, Señora, me dejas, ¿quién me sostendrá?
Si tú me olvidas, ¿quién se acordará de mí?
Si tú, que eres Estrella de la mar
y guía de los errados, no me alumbras, ¿dónde iré a parar?
No me dejes tentar del enemigo,
y si me tentare, no me dejes caer,
y si cayere, ayúdame a levantar.
¿Quién te llamó, Señora, que no le oyeses?
¿Quién te pidió, que no le otorgases?