LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 3, 14- 21
En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:

Palabra del Señor
Hay un canción que dice:
Quiero hablar de un amor infinito,
que se vuelve niño, frágil:
amor de hombre humillado.
Quiero hablar de un amor apasionado.
Con dolor carga nuestros pecados,
siendo Rey se vuelve esclavo:
Fuego de amor poderoso,
Salvador, humilde, fiel, silencioso.
AMOR QUE ABRE SUS BRAZOS DE ACOGIDA,
QUIERO HABLAR DEL CAMINO HACIA LA VIDA.
CORAZÓN PACIENTE, AMOR ARDIENTE:
QUIERO HABLAR DE AQUEL QUE VENCE A LA MUERTE.
2. Quiero hablar de un amor generoso,
que hace y calla, amor a todos,
buscándonos todo el tiempo,
esperando la respuesta, el encuentro.
3. Quiero hablar de un amor diferente,
misterioso, inclaudicable,
amor que vence en la cruz:
Quiero hablar del corazón de Jesús.
Amor sin medidas, ni límites, ni razones. Como no necesita una madre razones para amar al hijo aunque a veces éste no sea, precisamente, un modelo para amar. Como se aman la pareja de novios o se aman marido y mujer. Dice un viejo refrán castellano que a veces el corazón tiene razones que la razón no podría entender nunca. Y, seguro estoy, que cuando para mantener un amor hay que buscar razones es inútil. Ese amor ya está muerto hace mucho tiempo.
En nuestro caminar hacia la semana Santa, hoy el Señor nos examina del amor. Nos encontramos con el Amor ilógico, ilimitado, irracional de Dios que es capaz de entregar al mundo lo único que tiene, lo mejor que tiene: su único Hijo y nuestra respuesta, en muchas ocasiones, es buscar razones para amar a Dios. ¿Hay amor más ciego? ¿Más cerrado a razones lógicas? Como nos decía san Pablo el domingo pasado: esta es la grandiosa necedad o estupidez de nuestro Dios. Esa necedad que supera todo saber y todo entender humanos. Que el Señor nos ha amado a nosotros más que más que a Si mismo. “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.
Cuando éramos pecadores, es decir, cuando éramos enemigos de Dios, Dios nos da lo que constituye su propia vida, que es su mismo Hijo, a sabiendas de que lo va a perder. Si viéramos este proceder en una persona conocida nuestra, diríamos que es un loco, un estúpido… Y esa es la grandiosa e ininteligible estupidez de nuestro Dios, que no cabe en cabeza humana. “Tanto amó Dios al mundo…”
Señor Jesús, Pastor bueno, que conoces a cada uno por nuestro nombre, ayúdame a no buscar razones para evadir mis deberes cristianos. Enséñame a fiarme de Ti sin medida. Seguro de que Tu amor irracional, ilimitado, no puede querer nada malo para mi. Señor Jesús, nos acercamos al Viernes Santo, donde la certeza de tu muerte por amor a mi persona, lo va a llenar todo. ¡Qué ese grito no nos suene a grito litúrgico! ¡Que no se escurra en nuestros oídos como un acorde resabido! Que nos traiga la enorme novedad de sabernos por primera vez queridos por Dios hasta dar su propia vida por mí, aunque seamos pecadores. El amor llama al amor y nos hace amar a los demás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario