07 abril, 2012

Deseos de Resurrección



Deseo para ti todo el amor del mundo, el que seas capaz de dar, pero sobre todo el que te atrevas a recibir. Que nada escape a tu sonrisa, a tu forma de mirar el mundo, con ojos de resucitado, limpios, puros, ojos atentos a los que cada día son crucificados por el odio, la sinrazón o la desigualdad de un mundo que lucha por no romperse. Deseo para ti la felicidad, que viene de amar sin medida, sin escapar frente al miedo, las dudas o el desencanto. Sólo quien ama es feliz, así que deseo para ti que seas lo más feliz posible porque seas capaz de amar hasta mucho más allá de donde tus fronteras te digan que puedes llegar, hasta dar la vida, como Aquel que acaba de salir del sepulcro y roza con los dedos la nueva vida, la nueva luz, el final feliz del cuento.

Deseo que no te detengas frente al ruido, las dificultades, la ira o los avatares, tan humanos, tan llenos de vida, que la propia existencia nos va colocando como piedras en el camino. Tú puedes ir mucho más allá, hasta lo imposible. Hasta la utopía (qué mayor utopía que la de resucitar salvando a la Humanidad), hasta lo entrañable.

Deseo que cada sonrisa que salga de tus labios contenga el hálito y las ansias de todos los hombres y mujeres de buena voluntad, que no cierres los ojos ante la injusticia, que no te canses de luchar. Deseo que tus manos se llenen de barro, de orgullo, de granos de sal... que no quede una playa sin conquistar. Deseo que jamás te canses de renacer, de volver a levantarte, de andar por encima de las aguas si es preciso porque hay muchas cosas todavía por hacer, y somos pocos y débiles. Pero podemos.

Deseo que puedas disfrutar del arte, de la música, de un buen libro junto a un café. Deseo para ti, para cada uno de los hombres y mujeres que poblamos este loco mundo, la oportunidad para poder expresarnos, sentir, hablar, escuchar, dejar que pase el tiempo y que nos rompa como las olas en el acantilado.

Deseo el que Amor de Dios impregne cada uno de tus latidos, cada brizna de oxígeno que llene tus pulmones, cada bostezo, cada sonrisa, cada grito, cada abrazo, cada instante que nos queda por vivir, que será eterno gracias a ti, y a mi, y a nosotros. Deseo que tu semilla inunde el mundo y lo pueble de gardenias y de esperanzas. Porque, que no se nos olvide, nos hace muchísima falta la esperanza.

Deseo que tus deseos se hagan realidad. Y que trabajes para hacerlos vida, para hacerlos tuyos, para hacerlos míos, para hacerlos nuestros. Deseo, en fin, que seas el hombre nuevo o la mujer nueva que nace cada día, que cada amanecer resucita. Deseo que repitas la multiplicación del Universo. Que seas los brazos, las manos, las piernas, los ojos, el corazón, la garganta del Dios que vive. Y que vivamos.

Porque Cristo vive, y está en ti y en mi, está en todos los hombres y mujeres que buscan su presencia. Y eso ya no es un deseo, sino una realidad que llena de color, de vida, de esperanza nuestro barro de hombres sobre la tierra. Feliz Pascua

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