En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas, y todos lo alababan. Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor.» Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él.
Y él se puso a decirles: «Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.»
Vuelve Señor Jesús con la fuerza del Espíritu, anúnciame tu palabra tu Evangelio, libera mi vida de las garras del mundo y de la carne. Devuelve la vista a estos ojos cansados de tanto mirar sin verte. Anuncia en mi vida el año de tu Gracia. Enséñame a descubrir que en Ti se cumple la escritura.
En la sinagoga.
Algún día,
cuando pueda,
cuando sepa,
cuando lo vea claro,
cuando tenga tiempo,
cuando salga el sol,
cuando esté preparado,
cuando pierda el miedo...
O sea nunca
¿Por qué no hoy?
¿Por qué no ahora?
Deshazte
del evangelio etéreo
que nunca se hace pan
de la falsa promesa
que jamás abre puertas.
Deja de traicionar canciones.
Y vuélvete
al evangelio de carne,
al pan partido -que puedes ser tú-
a la palabra cierta.
¿Por qué no hoy?
¿Por qué no ahora?
Hoy se cumple este día.
@jmolaizola
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