23 marzo, 2016

La batalla nuestra de cada día.

Es una guerra que dura una vida
la que enfrenta, en mí, dos mundos.
Entre el algo y el todo,
entre el “por ahora”, y el “para siempre”,
entre “yo” y “Tú”…
La seguridad se enfrenta al riesgo,
las garantías a la confianza,
el ruido a un silencio no siempre poblado,
las pequeñas miserias se oponen al Amor
y el orgullo quiere pisar a la verdad.


Dame, Señor, capacidad para luchar.
Toca pelear cada día, 
hasta esa jornada última
en que Tú vencerás por los dos.
Dame fe para no rendir el evangelio,
la bondad, el sacrificio o la cruz.
Dame alegría para sobrellevar 
cada revés, cada caída, 
cada tormenta.

Yo, por mi parte, aquí estoy,
dispuesto a seguir remando
con mis pocas fuerzas, 
con mis pobres brazos.
No sé si basta,
pero hay que intentarlo

José María R. Olaizola

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