30 marzo, 2012

Viernes de Dolores

No sé si fue porque era la primera procesión de toda la Semana Santa, o porque la banda de música fue realmente espectacular. Tal vez fue porque la noche no quiso perderse el espectáculo de ver pasear a la Virgen Dolorosa en busca de su Hijo. O porque incluso el viento, en forma de brisa suave, se quiso unir al cortejo intentando secar las lágrimas de la Madre. Mecida por los banceros, acompasado el caminar con la banda de Música, la imagen de la Virgen de la Soledad volvió a recordarnos que el camino a la resurrección pasa, inexorablemente, por la cruz. Acompañada de tantos y tantos nazarenos, esta noche, la Soledad no estuvo sola. Esta noche adquiría pleno sentido el evangelio del domingo pasado: "Si el grano de trigo no muere no da fruto". Muerte dolorosa, no hace falta más que ver a la Madre, pero muerte que ha sido vencida por la Vida. El aleluya del domingo de resurrección ha encontrado su prólogo en esta noche de luto, de llanto, de dolor, de un silencio sólo roto por el ruido de las horquillas contra el suelo.


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